Los todo terreno nos llevaron a la estación ferroviaria de New Jalpaiguri
que nos vio llegar hace dos días, las "sister" nos acompañaban en su ambulancia
por si acaso hay algún problema y lo hay. Aun teniendo los billetes comprados
de hace dos días, hay overbooking, venden más billetes que asientos y nos
quedamos sin poder coger el tren. Nos vamos a la estación de autobúses. En cada
uno de nuestros coches se mete una de las sister para si hay algún problema,
ellas echarnos una mano. La estación, no es otra cosa que un solar muy grande,
lleno de puestos de comida y multitud de vetustos autobuses. Por fin compramos
los billetes y vemos que nuestro transporte es un enorme autobús de muchos años
de antigüedad, muchos desconchones en la pintura y un diseño interior muy
aprovechado: encima de los asientos de pasajeros hay literas para viajar
tumbados.
Compramos la mitad de los billetes sentados y la mitad de la otra mitad tumbados, pues no había mas sitio. Varias chicas se metieron de dos en dos en las literas, yo me quede sentado. El autobús partió a ritmo de canción de Bolliwod, sin importarle al que puso la música, que era un ayudante del conductor, que ya mucha gente querría dormir, pero daba igual el ruido y el traqueteo era impresionante, parecía que se iba a descoyuntar todo. Casi no se veía la carretera por delante pues hay una separación entre el conductor y los pasajeros, pero mejor era no mirar como yo lo hacía de vez en cuando, pues los únicos vehículos que hay por la noche son camiones y autobuses y todos circulan por el centro. Si alguno quiere adelantar, como la carretera es muy estrecha, tiene que sacar medio cuerpo al arcén de tierra y si es que viene uno de frente, aguantan hasta el último momento en que uno de los dos se aparta.
A las dos horas hace una parada para ir al servicio, pero no hay servicio, sino que todos los hombres hacen sin problema sus necesidades, pero ¿y las mujeres?... Pues se tienen que apañar, pues cuando la necesidad aprieta...
En esa parada se baja un señor de una de literas y yo aprovecho y me meto dentro, pues al menos se va con las piernas estiradas. Tuve suerte pues de ese viaje Gemma se lleva el recuerdo de un montón de picaduras en las piernas, probablemente chinches. Al cabo de un par de horas le cedo la litera a Maite para que pueda dormir un poco, pero ella al ser menuda iba dando bandazos de un lado a otro de la cama. Definitivamente este viaje me ha hecho perder el miedo a los traqueteos del avión.
Ya amaneciendo el autobús llega al final de su destino, una ciudad de cuyo nombre no puedo acordarme y que al igual que en todas partes, aún a esas horas, esta llena de gente que va de un lado para otro y come ese guiso de pollo muy especiado y picante y que impregna el olor, haciendo mas llevadero el habitual de mierd.... En fin que después de grandes negociaciones y opiniones de mucha gente que muy amablemente va opinando sobre que autobús coger y cual es, nos subimos a otro aún mas destartalado, que lleva tres asientos a un lado del pasillo y dos al otro. La suciedad es tan manifiesta que el pelo lo llevo tieso y en como ya ha amanecido del todo, me miro las manos y veo lo que desde la última vez que no me meto a arreglar el motor de una moto, o sea hace 35 años, no habia visto, las uñas totalmente negras. Y en esto que Barbara nos va dando galletas que llevaba en la mochila para no desfallecer, pues desde el día anterior a las 4 de la tarde hasta que llegamos a Calcuta, también a las 4 de la tarde, nos estamos manteniendo a base de galletas y algún plátano. El recorrido en este autobús, ya de día es muy clarificante: vemos que toda la India esta igual de empobrecida. Las ciudades se suceden una detrás de otra pero no hay separación entre ellas, pues las ristras de chabolas, con sus tiendas, sus barberías, sus puestos de comidas, son continuo y con el mismo colorido, el negro.Nunca pensamos que ibamos a echar de menos Calcuta y nuestro hotel, con sus cucarachas y todo y con su ducha sin plato, pero eso si, con agua que tanto necesitamos.
Los oficios del Viernes Santo en la Casa Madre eran a las 15h. pero como llegamos tarde, los celebramos nosotros en privado en una capilla. Me llamó mucho la atención la homilía que dio Silvestro, nuestro Diacono, que fue la primera vez y creo que la única que hizo y la dijo en italiano. No entendí exactamente sus palabras, pero si perfectamente lo que quería decir, con mucho sentimiento, con la pasión que caracteriza a los italianos.
Compramos la mitad de los billetes sentados y la mitad de la otra mitad tumbados, pues no había mas sitio. Varias chicas se metieron de dos en dos en las literas, yo me quede sentado. El autobús partió a ritmo de canción de Bolliwod, sin importarle al que puso la música, que era un ayudante del conductor, que ya mucha gente querría dormir, pero daba igual el ruido y el traqueteo era impresionante, parecía que se iba a descoyuntar todo. Casi no se veía la carretera por delante pues hay una separación entre el conductor y los pasajeros, pero mejor era no mirar como yo lo hacía de vez en cuando, pues los únicos vehículos que hay por la noche son camiones y autobuses y todos circulan por el centro. Si alguno quiere adelantar, como la carretera es muy estrecha, tiene que sacar medio cuerpo al arcén de tierra y si es que viene uno de frente, aguantan hasta el último momento en que uno de los dos se aparta.
A las dos horas hace una parada para ir al servicio, pero no hay servicio, sino que todos los hombres hacen sin problema sus necesidades, pero ¿y las mujeres?... Pues se tienen que apañar, pues cuando la necesidad aprieta...
En esa parada se baja un señor de una de literas y yo aprovecho y me meto dentro, pues al menos se va con las piernas estiradas. Tuve suerte pues de ese viaje Gemma se lleva el recuerdo de un montón de picaduras en las piernas, probablemente chinches. Al cabo de un par de horas le cedo la litera a Maite para que pueda dormir un poco, pero ella al ser menuda iba dando bandazos de un lado a otro de la cama. Definitivamente este viaje me ha hecho perder el miedo a los traqueteos del avión.
Ya amaneciendo el autobús llega al final de su destino, una ciudad de cuyo nombre no puedo acordarme y que al igual que en todas partes, aún a esas horas, esta llena de gente que va de un lado para otro y come ese guiso de pollo muy especiado y picante y que impregna el olor, haciendo mas llevadero el habitual de mierd.... En fin que después de grandes negociaciones y opiniones de mucha gente que muy amablemente va opinando sobre que autobús coger y cual es, nos subimos a otro aún mas destartalado, que lleva tres asientos a un lado del pasillo y dos al otro. La suciedad es tan manifiesta que el pelo lo llevo tieso y en como ya ha amanecido del todo, me miro las manos y veo lo que desde la última vez que no me meto a arreglar el motor de una moto, o sea hace 35 años, no habia visto, las uñas totalmente negras. Y en esto que Barbara nos va dando galletas que llevaba en la mochila para no desfallecer, pues desde el día anterior a las 4 de la tarde hasta que llegamos a Calcuta, también a las 4 de la tarde, nos estamos manteniendo a base de galletas y algún plátano. El recorrido en este autobús, ya de día es muy clarificante: vemos que toda la India esta igual de empobrecida. Las ciudades se suceden una detrás de otra pero no hay separación entre ellas, pues las ristras de chabolas, con sus tiendas, sus barberías, sus puestos de comidas, son continuo y con el mismo colorido, el negro.Nunca pensamos que ibamos a echar de menos Calcuta y nuestro hotel, con sus cucarachas y todo y con su ducha sin plato, pero eso si, con agua que tanto necesitamos.
Los oficios del Viernes Santo en la Casa Madre eran a las 15h. pero como llegamos tarde, los celebramos nosotros en privado en una capilla. Me llamó mucho la atención la homilía que dio Silvestro, nuestro Diacono, que fue la primera vez y creo que la única que hizo y la dijo en italiano. No entendí exactamente sus palabras, pero si perfectamente lo que quería decir, con mucho sentimiento, con la pasión que caracteriza a los italianos.
Querido José Mª
ResponderEliminar¡¡Bienvenidos!!
Aunque cuentas cosas de Calcuta ya estáis de vuelta en España.
Ha sido sin duda una gran experiencia, espero que nos la sigas contando.
Un beso de mamá y Chari