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El ojo de la aguja de Prem Dan |
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Maite con Jericó |
A la vuelta de un recodo de miseria, no en una gran avenida, ni con grandes focos ni banderas, aparece una tapia con una puerta con el cartel que nos indica que es una casa de la Misioneras de la Caridad en ese barrio de Prem Dan. Para acceder a ella hay que pasar por una puerta estrecha y baja, como el ojo de la aguja para entrar en el paraíso, por que alli dentro esta el cielo. En medio de tanto ruido de coches, de polucion, de suciedad y miseria, al pasar por esa pequeña puerta se encuentra un paseo de palmeras, el bullicio ha finalizado, incluso se oye el canto de pájaros, unas personas con tunica blanca con dos rayas azules nos reciben, nos acojen con una importancia que yo no merezco y al seguir caminando, en un jardin apacible, pero discreto, olvidate de Versalles, hay unas personas cansadas, abatidas, heridas, casi destruidas por la vida, que se reponen, que se recomponen que intentan volver a se los hombres que algun día fueron o debieron de haber sido. Son gente abandonada por su familias, por sus hijos, por la sociedad para los que no tiene ningún valor por que no tienen nada. Ellos estan alli por que alguien les ha recogido de la calle, por que alguien ha.estado rebuscando entre la basura y los ha encontrado y los llavado alli. Ellos estan alli sentados, tumbados, reponiendo fuerzas pero no se si esperan algo, pues en este mundo es dificil que alguien te de algo, por lo que lo mejor es no esperar nada. Por eso cuando reciben una simple caricia, cuando les he cantado uma pequeña canción, lo han interpretan como un gran regalo.
Hay zona de hombres y de mujeres, por lo que aquí nos separamos. El trabajo de los voluntarios, lejos de lo que yo pensaba es muy facil, esta claro que otras cosas mas difíciles la hacen profesionales que trabajan alli.
Lo primero es limpiar. Se echando cubos de agua al suelo y después con escobas se va arrastrado hasta los sumideros. Lo mejor es ir descalzo y con unos delantales de gamo. El ambiente es festivo, alguien te echa agua, le respondes, los residentes levantas los.pies, otros no les importa mojarse, algunos también colaboran. Después viene el afeitado, esto es muy emocionante pues hay contacto físico, ellos quieren ese contacto. Estan pacientes, yo les canto, aunque a veces no puedo por la emoción, se quedan sorprendidos, a veces continúan con un tarareo, al terminarte me cogen la mano, la.besan, se la llevan a la frente, me tocan los pies en señal de máximo respeto, uno no puede por mas que darles un abrazo. Uno de ellos se hecha a llorar en mi pecho y empieza a hablarme pero no lo entendía, Franki se acerco y me tradujo, sus hijos le habían dejado en la misma puerta de Prem Dam, llamaron a la puerta y se fueron, desde entonces no han vuelto y les echa de menos.
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Silvestro y Matteo |
Hubo un momento muy simpatico cuando a uno de ellos le deje si afeitar el bigote y la perilla al igual que como lo lleva nuestro diacono Silvestro, cuando se pasó la.mano por la cara y se miro al espejo, se quedo muy sorprendido y miraba continuamente a Silvestro, comprobando que le gustaba su nueva apariencia.
Allí todos los voluntarios hacen el mismo trabajo. Me sorprendio mucho ver a Luis Manuel metido en trabajos fisicos, como valdear, barrer o lo que hiciera falta, con su pantalón de chándal su camisa gris de manga corta y su alzacuellos, en lugar de trabajos espirituales.
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Alan dando de beber |
Otro personaje que me llamo poderosamente la atención fue el francés Alan, cincuenta y tantos largos y con grandes dotes de mando: "¡ale, ale!, mas rapido, llevar esto para aqui, hacer aquello" pense, este es un jefe de voluntarios y se lo pregunté, pero de eso nada, alli no hay ningún jefe sino cosas que hay que hacer y que los que llevan mas tiempo alli se lo dicen a los demas. Le dije sonriendo, tu eres como Sarckozy decidiendo en Europa lo que hay que hacer, nos reímos todos un montón. En otro momento me contó que lleva fuera de su casa dos años, que todo empezó cuando hizo el camimo de Santiago, llego primero a Santiago, luego a Finisterre y quiso mas, no detenerse. Desde entonces va donde pueda echar una mano. Le pregunte que cual era su profesión, me dijo, eso aqui no importa.
Un momento especial de la jornada es cuando se hace un alto para tomar un té. Nos reunimos todos, hombres y mujeres, bajo una pérgola donde sobre una mesa nos espera té con leche y unas galletas. Es el momento de las vivencias, cuando uno se interesa por el otro y este le cuenta el motivo de por que ha esta allí. Estuve hablando con Pau, amigo de Franki, terminó sus estudios de empresariales, pero al no encontrar trabajo, pues de camarero, como tantos jóvenes españoles, llevan ya tiempo siendo voluntarios en varias partes del mundo y quieren ir mas allá, quieren organizar su propia ONG, pero todavía no tienen claro que camino tomar, mientras viven mas de la mitad del año ayudando a los demás. Ya me había fijado en Pau, como trataba a los residentes de Prem Dam con una delicadeza y cariño exquisito, pero en un momento dado saco unas cartas y organizó una partida de lo mas divertida, en la que todos, jugadores y espectadores se animaron y opinaban sobre las jugadas.
Las chicas venían al break ataviadas con pañuelos en la cabeza y delantares, pues una de sus misiones es hacer la colada de todas las sabanas de la casa. También las asearon y a algunas les pintaron las uñas y les cantaron canciones españolas como el Macarena.
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Matteo, Luis Manuel y Angelo |
De vuelta al trabajo viene la hora de servir la comida. Los internos se sientan en el suelo, unos apollados contra la pared y otros enfrente de ellos y los voluntarios, formando una cadena humana, van pasándose los platos y sirviendoles la comida. Comen en el suelo y con las manos. En algunos casos hay que darles de comer, esos si, con una cuchara.
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Matteo y José María |
Después hay que fregar los platos y vasos, como antes hubo que hacer con los del desayuno. Lo mismo, todo en cadena, bien coordinado por Alan. Es una tarea refrescante, te salpicas, te mojas, da igual, hace mucho calor. Una vez recogida toda la vajilla, aquí ha terminado nuestra jornada.
Vamos saliendo hacia la zona común donde esta la pérgola, ellos nos van despidiendo los internos, en silencio, llevándose una mano a la frente, nuevamente esa mirada serena y cansada, nos dice hasta mañana, saben que volveremos, quizás nosotros o quizás otros, pero los voluntarios han de volver.
Estoy maravillada, impresionada, emocionada, compungida por no haber podido acompañaros físicamente, agradecida por contárnoslo todo con ese lenguaje tan cercano al corazón, avergonzada por mi egoísmo, arrepentida por mis omisiones, feliz por pertenecer a un grupo de personas con almas tan grandes, orgullosa de ser seguidora de Cristo y la Madre Teresa, ansiosa por dar más, escogida por Dios que me ha regalado la Fé... Me invaden un montón de sentimientos y pensamientos con sólo oiros hablar de vuestra vivencia, se me agolpan las ideas, los proyectos... No me olvido de Geraldo, que parece como si se fuera quedando atrás... Estoy encantada de teneros de vuelta y reiniciar nuestras misas dominicales. ¡¡¡Muy, pero que muy bienvenidos!!!
ResponderEliminarHola Jose
ResponderEliminarCon las fotos y los comentarios voy reviviendo vuestras experiencias.
Me emociona, ver los sentimientos y los hechos, que ha suscitado en vosotros, este paso por Calcuta.
Un beso