lunes, 25 de marzo de 2013

Santhi Dan

Por Maite

Como cada mañana empezamos la aventura del día, lunes Santo. Muy temprano nos levantamos y nos encaminamos todos llenos de emoción a la Casa Madre para llegar a la celebración de la Eucaristía de las seis de la mañana donde nos une lo mismo, rezar a Dios. Un grupo muy numeroso de voluntarios a un lado y la comunidad de las Misioneras de la Caridad al otro. 

Antes del desayuno que nos ofrecen las hermanas, plátano, pan y té, pasamos por la tumba de la Madre Teresa y cantamos “Rema mar adentro”. 

El ambiente de entre los voluntarios es universal, se oye hablar en todos los idiomas, todo es risa y alegría. Terminado el desayuno rezamos las oraciones de la Madre Teresa, cantamos las despedida a los voluntarios que se marchan y a continuación nos separamos por grupos para ir a los centros donde hemos sido asignados.

Esta mañana, José María y Totán se fueron a Prem Dan y Carmen, Gemma y yo nos fuimos a Santhi Dan. Es un centro de deficientes mentales y físicos de edad adolescente, ni pequeños ni mayores. La entrada es ya un lugar de paz, se acabó el ruido de los coches, los atascos y las aglomeraciones. 


Fuimos andando un buen trecho y cogimos un autobús local.


Éramos un grupo numeroso de voluntarios, solo las tres españolas, chinas y un grupo de estudiantes de Dubai. Carmen se quedó en la sala de fisioterapia, Gemma en la lavandería y a mi me llevaron a una sala donde se intenta recuperar la mente, los sentidos y la movilidad. Lo que se pretende es que a través de los dibujos y de los colores los niños esbocen sonrisas. Las Mesis, que son el personal que trabaja con los niños al oírnos hablar en español, pusieron canciones de Gabi, Fofó y Miliki, en un magnetófono de cinta, que nos llevó al baile y la carcajada, bailando con “La Macarena”. Al principio no nos acordábamos ni Carmen ni yo, de como se bailaba, pero Sara, estudiante voluntaria de Dubai, lo bailaba genial. A partir de ese momento todo fue una fiesta, repitiéndose una y otra vez la canción, hasta que llegó el momento del pequeño descanso a las diez de la mañana. Compartimos té y galletas. Terminado este tiempo, volvimos para repartir las comidas y darles de comer. Es muy emocionante ver cómo te miran, expresando de esta forma su gratitud.
Acabamos doblando las sabanas recién cogidas del tendal que las Mesis nos iban trayendo a montones.


Terminada nuestro horario nos encaminamos de nuevo a la Casa Madre donde habíamos quedado con los chicos que venían de Prem Dan.

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