lunes, 25 de marzo de 2013

Las tardes hermosas de Shishu Bhavan

Por Carmen

Las tardes son hermosas en Calcuta, cuando nos rodeamos de los niños de Shishu Bhavan.


Después de la primera vez allí, solicitamos permiso a las hermanas para llevar nuestra
música a los niños, y a ellas les pareció una buena idea. Así que, una vez tomada conciencia
de nuestro papel como animadores, guitarras en mano y sonrisas abiertas, entramos un
poco tímidos en la sala. Nada más cruzar el umbral de la puerta, al vernos con las guitarras,
una de las niñas, con torpe caminar, me tomó de su mano imperfecta y me llevó hasta una
silla, donde con gestos imperiosos, nos instó a Jose y a mi para que empezáramos a tocar…
Y así, sin más, empezó nuestro concierto… ¡Qué sorpresa! Todos los voluntarios, las masis,
los niños, comenzaron a arremolinarse a nuestro alrededor, a reír, a cantar (por decirlo de
algún modo…) a aplaudir, a gritar… De repente, aquella sala tristona, de juegos monótonos,
y meriendas obligadas, se convirtió en una fiesta. Muchos niños que habitualmente no
reaccionan a las palabras, las caricias o los abrazos, manifestaban su alegría con grandes
risotadas, ante nuestras burdas imitaciones de animales en medio de un canto sin palabras ni
idioma, totalmente universal y que se convirtió en nuestro himno: el “parabapapá…”Tocamos
canciones de los Payasos, a la Virgen… lo que caía…fuera lo que fuera, siempre acababa en
aplausos… ¡qué público tan participativo y maravilloso! El mejor auditorio en que hemos
tocado…

¡Y yo que creía que mi papel como médico iba a ser la base de mi voluntariado!!! Dios tiene
sus propias ideas, sus propios planes… y quiso que yo fuera ¡¡cantante!!. Nada de gasas y
betadine: música, sonrisa, abrazos, gestos y muchas canciones… ¡esa era, pues, mi Misión!


Cada tarde en Sisu Vaban fue mejor que la anterior. Los niños ya nos conocían, nos esperaban,
y nos hacían saber lo importante que era para ellos pasar una tarde divertida… Atrás
quedaron nuestras caras de horror y tristeza al verlos por primera vez. Ahora, solo veíamos
niños como los demás niños, que quieren ser queridos, que quieren jugar… Ya no vemos
sus malformaciones, sólo sus sonrisas. Ellos buscan nuestro contacto, cuando antes nos
rechazaban, y nosotros deseamos abrazarlos y querríamos cantar para ellos todos los días de
nuestras vidas, aunque sólo fuera un ratito.

Animo a todos los voluntarios que canten o toquen instrumentos, para que no dejen de ir a
pasar las tardes con los niños cantores de Shishu Bhavan… ¡Se llevarán en sus corazones mucho
más de lo que entregan! y encima ¡se lo pasarán más que bien!


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