La mejor defensa contra el consumismo es el voluntariado
Jesús María Silveyra es un autor argentino de libros como Los ojos de María, Los mártires de Argelia, Diálogo con el Islam y Dios está sanando, entre otros. Acaba de lanzar Tengo sed. Tras los pasos de Teresa de Calcuta, de Editorial Lumen, en el cual relata el viaje que hizo a Calcuta, donde trabajó como voluntario.
Esto es un extracto de una entrevista en la página web http://www.san-pablo.com.ar/
-¿Qué tiene de particular tu libro sobre la Madre Teresa?
Conocía poco sobre la Madre Teresa, pero de me pidieron que escribiera un comentario sobre un libro, y así leí Ven, sé mi luz, que son las cartas de la Madre Teresa a su confesor y al obispo. Es el testimonio espiritual de una beata, futura santa seguramente y, para mí, futura doctora de la Iglesia. En esas cartas, ella revela, con total sinceridad, todo lo que tuvo que atravesar, a raíz de un llamado del Señor, para salir de la congregación de monjas educadoras donde estaba y fundar las Misioneras de la Caridad. Leyendo ese libro, descubro que ella realiza un viaje en tren desde Calcuta hasta Darjeleen, al norte de la India, el 10 de septiembre de 1945. Allí tiene una visión y una serie de locuciones que después continúan. Ella lo llama el llamado dentro del llamado y dice que en ese viaje nacen las Misioneras.
-Cada uno tiene que hacer su propio camino.
-Exactamente, toda mi investigación se centró en ese viaje, porque para que una docente largue todo para trabajar con los más pobres es porque algo muy fuerte ocurrió en ese viaje. Me impactó mucho el libro Ven, sé mi Luz, quería ver qué tenía que ver el “Tengo sed” que la Madre Teresa pone en todos lados con el viaje. Después fui descubriendo muchos místicos de la Iglesia que hablaban de ese “Tengo sed”, porque es una sed especial que hasta hoy me revoluciona a mí. Es la sed de Dios por el hombre, Dios tiene sed de que tengamos sed de él.
-¿Qué es lo que más te impresionó de este viaje?
-Lo primero fue eso, que la Madre Teresa lo dice en una carta, dejémonos amar por Dios, porque él tiene sed de nosotros, eso me pone bien, porque quiere decir que soy importante para Dios, que él me quiere a mí y me necesita para su plan de salvación, le da sentido a toda mi evangelización con los libros. Por otro lado, la figura de la Madre Teresa, su forma de vida. En el libro, cuento que le pregunté a un jesuita, que la conoció durante sesenta años, qué fue lo que más lo había impactado de ella, y me dijo tres cosas: su valentía, su entrega total a Cristo y algo muy fuerte y muy sencillo, que no tenía ventilador en su cuarto. En Calcuta llega a hacer 46 grados, y, con un 95% de humedad, es algo insoportable. También me impactó mucho su congregación, es una de las más radicales de la Iglesia, mucha oración, mucho trabajo, se lavan la ropa a mano, porque consideran que es más eficaz para la espiritualidad de la Madre Teresa y para la ascesis personal de las monjas. Tampoco tienen celdas individuales, sino dormitorios comunitarios, solo tienen dos hábitos, uno que se lava y el otro que se usa, es todo despojo. Sí se alimentan bien porque el trabajo es muy duro. Pese a todo ese despojo, es una de las congregaciones que más crece y tiene miles de voluntarios.
-¿Cómo es Calcuta?
-Lo que me impactó mucho fue el ruido, no se puede comparar ni con la avenida más ruidosa de acá, porque no hay semáforos, hay muchos medios de transporte, gente, animales, todo junto; de repente, ves a alguien que pasa con diez cabras por una avenida como podría ser Santa Fe; entonces, paran, tocan bocina, es todo muy caótico, hay un olor muy fuerte, muchísimo calor, mucha gente viviendo en las calles.
-¿Qué te quedó de tu experiencia en el voluntariado?
-Todo alegría. Ya hace cinco años que trabajo con un sacerdote que hace misas de sanación, con mi mujer vamos mucho a visitar enfermos, sobre todo, gente con cáncer, terminales, y siento que eso que hago también es muy de la Madre Teresa. En Calcuta, si bien tuve que ver cosas muy duras, fue todo una gracia de Dios, la mejor defensa contra el consumismo es el voluntariado, allá asiste gente de todas partes del mundo, las hermanas dan una libertad absoluta, los voluntarios más antiguos les van enseñando a los más nuevos, es todo una cadena de enseñanza de uno al otro. Yo viví todos esos días dando gloria a Dios. La Madre Teresa nos enseña a ver a Cristo en el otro, al que tenés que lavar es a Cristo, al que tenés que curar es a Cristo, una vez que asimilé eso, me resultó muy fácil.
¡¡Buen viaje a Calcuta!!
ResponderEliminarQue sea una experiencia positiva para tu vida.
Un abrazo de mamá y Chari