lunes, 19 de marzo de 2012

Dominique Lapierre


Extracto de un reportaje para "El Pais"
Por primera vez el escritor revela la grave enfermedad que ha padecido y que lo lleva persiguiendo desde hace 20 años. A punto de publicar `India mon amour´ (Planeta) lo acompañamos a Calcuta -su ciudad adoptiva-, lugar perfecto para las confidencias más íntimas. a sus 80 años habla de la vejez y de la muerte sin tapujos... y sin resignación: «solo eres viejo cuando no tienes planes».

Este aventurero, hijo de diplomático, ha saboreado la vida como nadie y ha ganado millones con sus libros. «Pero todo lo que no se da se pierde».

XLSemanal. Parece que la India le da la vida...
Dominique Lapierre. Exacto. Mi energía viene de aquí. Cuando vengo, estoy muy cansado. Y la agenda es agotadora. Pero, cuando vuelvo a Francia, estoy lleno de vitaminas. Nadie hace lo que hacemos nosotros. Ni el Gobierno indio ni otras ONG. Y lo hacemos con un esfuerzo de transparencia total. Tenemos un presupuesto anual de tres millones de euros para nuestros 14 centros. En 30 años hemos salvado a dos millones de enfermos de tuberculosis y a 50.000 niños con lepra. Hemos excavado 656 pozos de agua potable. Se han botado cuatro barcos hospital en el delta del Ganges. Pero hoy estamos en una situación muy difícil.

XL. Pero la India es ahora una superpotencia.
D.L. La India tiene la reputación de ser rica, pero los verdaderos ricos no quieren saber nada de la pobreza. Sí, la economía crece al siete por ciento, pero hay cien millones de niños sin escolarizar. Tengo una fundación aquí y no recibo ni una sola aportación de los empresarios del país. Es un escándalo.

XL. ¿Tiene miedo de que toda esta obra se pierda cuando usted muera?
D.L. Sí, es una gran preocupación. A la madre Teresa le dije muchas veces: «Madre, usted no ha organizado su sucesión». Y siempre respondía: «No se preocupe, Dios proveerá». Yo espero que otros que han visto lo que hacemos continúen la obra.

XL. En todos los pueblos que visita donde tiene proyectos -escuelas, leproserías, barcos hospital...- lo reciben como a un salvador. ¿Se siente cómodo?
D.L. En la India es tradicional recibir así a la familia, con flores, caracolas, guirnaldas, música, cohetes... No puedo pedir que no lo hagan porque sería negarles la tradición de la bienvenida.

XL. Hábleme de India mon amour, su nuevo libro.
D.L. Es un canto de amor a la India a través de todas mis experiencias en 55 años de viajes, investigaciones y encuentros con la gente.

XL. En la India llevaba chófer.
D.L. Iba cambiando de chófer porque cada 200 kilómetros se habla otra lengua. También conducía yo. Regresamos desde Bombay a Francia a través de Paquistán, Afganistán, Irán, Turquía, Grecia... Un total de 10.248 kilómetros desde la puerta del hotel hasta nuestra casa.

XL. Larry Collins y usted tenían una forma peculiar de afrontar los reportajes. Por ejemplo, cogieron a sus familias y se vinieron a vivir a la India.
D.L. Sí, alquilamos una gran casa. Teníamos seis personas a nuestro servicio. Cada trabajo en la India genera ingresos para 50 personas. Y todas vivían en casa. Cada casta tiene su propio trabajo: el sij es conductor; por supuesto, el conductor no limpia el coche, lo hace otra casta. Y así todo. Una vez tuve que llevar el Rolls al taller y me atendió un sij con la barba enrollada. ¡El último mecánico del virrey!

XL. El tráfico no sería el caos de ahora...
D.L. Siempre ha sido terrible. Pero nadie se pelea con nadie porque todo está permitido. Hay una libertad absoluta para hacer locuras.

XL. ¿Algún proyecto?
D.L. Por supuesto. Decía el abad Pierre que eres viejo cuando no tienes planes. Yo siempre tengo planes, pero son secretos. Soy supersticioso. Mi casa está llena de papeles; un Himalaya de documentación. Y cartas. Miles. Las contesto todas. Me levanto a las seis y trabajo toda la mañana. Paso la mitad de mi vida escribiendo y la otra mitad en misión humanitaria. Tienes que verificarlo todo, qué pasa con el dinero, que la gente sepa que nos preocupamos de todo.

XL. ¿Cómo le gustaría que se lo recordase, como el escritor o como el benefactor?
D.L. Mi mujer y yo hemos comprado una pequeña tumba en el cementerio de nuestro pueblo. En la lápida solo quiero que ponga: Dominique Lapierre, el año de mi nacimiento (1931), el de mi muerte (que espero que tarde bastante) y «ciudadano de Calcuta».

No hay comentarios:

Publicar un comentario