En la revista Comunidade de este mes de Mayo, editada por la Diocesis de Ourense, aparece un articulo escrito por nuestra compañera de viaje a Calcuta, Carmen R. Sandianes.
Calcuta (India) produce una sensación que nadie puede describir, sólo, con palabras aunque hay
personas que han transmitido lo que sienten a través de esta frase: “¡A Calcuta llegas llorando y te vas
llorando!”.
Un grupo de 19 voluntarios (14 italianos y cinco ourensanos); un guía y amigo, Monseñor Luis
Manuel Cuña Ramos, 10 días y una intensa experiencia fueron los ingredientes de esta peregrinación
que consiguió mostrarnos una realidad, para muchos, desconocida.
Hay un antes y un después de haber visitado ese país y, en concreto, esa ciudad. A nadie le
deja indiferente. Algo en tu interior se remueve, algo cambia y en ese momento sabes que Dios está
actuando una vez más aunque no puedas palparlo, aunque no puedas verlo o escucharlo. Cada día
se convertía en una lección de sabiduría y motivación que iba desde la visita al barrio de Motiheel en
donde los niños más pequeños trabajaban dinámicos y sonrientes pese a vivir en condiciones insalubres,
como al leprosario en Titagarh en donde los enfermos no dejaban de repetir animosamente “namasté”
en señal de saludo y/o despedida o en Prem-Dan, una de las casas de la Madre Teresa que significa
regalo de amor.
Sería muy difícil decir cuál fue el momento exacto en el que cada uno de nosotros decidió dejar
un trocito de su corazón en Calcuta pero a todos los miembros del grupo les ocurrió lo mismo. La venda
que llevábamos en los ojos la arrojamos a la basura tras una sonrisa sincera, tras un gesto simbólico, tras
una mano amiga, tras una simple mirada. En un instante, tan breve como un chasquido de dedos, nos
dimos cuenta de que la labor que empezó hace más de medio siglo la Beata Madre Teresa de Calcuta
debía continuar y debía darse a conocer cada vez más.
A través de estas palabras es imposible transmitir lo que allí se vivió, se sintió y se experimentó,
pero sí se puede decir que cuando te enfrentas a tus miedos, a tus preocupaciones, a tus lamentos y
eres capaz de abrir bien los ojos y ver qué tienes a tu alrededor entonces sí que Calcuta podrá hacer algo
por ti. Probablemente mucho más, de lo que tú puedas hacer por ella y por eso, ¡hasta pronto Calcuta!
“Peace begins with a smile”
Calcuta (India) produce una sensación que nadie puede describir, sólo, con palabras aunque hay
personas que han transmitido lo que sienten a través de esta frase: “¡A Calcuta llegas llorando y te vas
llorando!”.
Un grupo de 19 voluntarios (14 italianos y cinco ourensanos); un guía y amigo, Monseñor Luis
Manuel Cuña Ramos, 10 días y una intensa experiencia fueron los ingredientes de esta peregrinación
que consiguió mostrarnos una realidad, para muchos, desconocida.
Hay un antes y un después de haber visitado ese país y, en concreto, esa ciudad. A nadie le
deja indiferente. Algo en tu interior se remueve, algo cambia y en ese momento sabes que Dios está
actuando una vez más aunque no puedas palparlo, aunque no puedas verlo o escucharlo. Cada día
se convertía en una lección de sabiduría y motivación que iba desde la visita al barrio de Motiheel en
donde los niños más pequeños trabajaban dinámicos y sonrientes pese a vivir en condiciones insalubres,
como al leprosario en Titagarh en donde los enfermos no dejaban de repetir animosamente “namasté”
en señal de saludo y/o despedida o en Prem-Dan, una de las casas de la Madre Teresa que significa
regalo de amor.
Sería muy difícil decir cuál fue el momento exacto en el que cada uno de nosotros decidió dejar
un trocito de su corazón en Calcuta pero a todos los miembros del grupo les ocurrió lo mismo. La venda
que llevábamos en los ojos la arrojamos a la basura tras una sonrisa sincera, tras un gesto simbólico, tras
una mano amiga, tras una simple mirada. En un instante, tan breve como un chasquido de dedos, nos
dimos cuenta de que la labor que empezó hace más de medio siglo la Beata Madre Teresa de Calcuta
debía continuar y debía darse a conocer cada vez más.
A través de estas palabras es imposible transmitir lo que allí se vivió, se sintió y se experimentó,
pero sí se puede decir que cuando te enfrentas a tus miedos, a tus preocupaciones, a tus lamentos y
eres capaz de abrir bien los ojos y ver qué tienes a tu alrededor entonces sí que Calcuta podrá hacer algo
por ti. Probablemente mucho más, de lo que tú puedas hacer por ella y por eso, ¡hasta pronto Calcuta!
“Peace begins with a smile”
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